El Consorcio de Santiago descubrió unos dibujos del siglo XVIII gravados en el pavimento de la iglesia del Convento de Santa Clara cuando se estaba iniciando la restauración de la tarima de madera que cubre el suelo del templo. Debajo de la tarima apareció el pavimento de piedra granítica completamente cubierto por monteas. Son dibujos a tamaño natural realizados por la cuadrilla que en su día trabajó en la construcción del edificio y que servían como guía a los canteros a la hora de tallar cada piedra. Este descubrimiento está despertando el interés de especialistas de diferentes partes del mundo, por ser la primera vez que aparece un conjunto de monteas tan completo, convirtiéndose en el mejor del barroco en Europa.
Un equipo de expertos en monteas está estudiando este hallazgo. Está formado por el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Santiago Miguel Taín Guzmán, especializado en Historia de la Arquitectura, en particular del barroco; y José Calvo López, profesor de Geometría Descriptiva y de Historia de la Construcción de la Universidad Politécnica de Cartagena. Ambos llevan una década colaborando juntos en el estudio de las monteas aparecidas tanto en Galicia como en el resto de España.
Los avances de las investigaciones se darán a conocer el 3 de octubre, a las 20:00 horas, en la propia iglesia de Santa Clara. Los dos expertos ofrecerán una charla divulgativa y acompañarán, junto con técnicos del Consorcio, a los asistentes en un recorrido para ver las monteas in situ una a una. “Se pretende que los ciudadanos tengan la oportunidad de conocer el patrimonio y la historia de Compostela, que es riquísimo y no deja de darnos sorpresas” -indican-.
Estos dibujos permitían calcular el tamaño y la forma exacta de cada piedra
Tal como explican los profesores y los técnicos del Consorcio, el arquitecto elaboraba un plano maestro en un papel que presentaba al cliente, en este caso a la comunidad de Santa Clara. Después el aparejador trasladaba a moldes y monteas esta traza maestra, de manera que los canteros tallaban la piedra siguiendo esos dibujos, que se realizaban siempre en una zona próxima a la obra. “Para construir la portería del convento tuvieron que hacer un gran foso, lo que obligaría a paralizar el culto en la iglesia, situación que proporcionaría a los canteros un lugar para trabajar con comodidad protegidos del frío y de la lluvia” -apuntan-. De esta manera, se utilizó el suelo de la iglesia como una gran “pizarra” para realizar dibujos geométricos y poder obtener así el tamaño y la forma de cada piedra.
Las monteas más frecuentes corresponden a soportes, arcos y bóvedas, en especial cuando sus dimensiones son importantes. “Esto se debe a que tanto los elementos que conforman una columna o una pilastra como las dovelas de un arco o un abovedamiento tienen distintas formas y su tamaño y proporción tienen que ser rigurosamente los que les corresponde. De lo contrario resultarían irregularidades y deformaciones que afectarían al aspecto, simetría y belleza de la obra, así como también a su seguridad y solidez” -señalan-.
El valor de estas monteas
El interés de este conjunto de monteas encontrado en Santa Clara radica en que es el único de esta magnitud y calidad en España e incluso en Europa. Buena parte de la fachada de la portería del convento está dibujada en el pavimento de la iglesia. Destaca el caso particular de algunos de los arcos, muy difíciles de construir. “El más sorprendente es el arco desviado de la porta de entrada, ya que cada piedra tiene un tamaño y una forma diferente, por lo que los canteros debían de conocer cómo tallar cada una de las dovelas. A partir de estos dibujos a tamaño real debían extraer las medidas exactas para que el arco saliese perfecto” -explican-.
También impresiona la montea de toda la decoración del frontón que remata la fachada –del que fue dibujada la mitad-, formada por placas geométricas con formas diversas, volutas, molduras, sartas de frutas e incluso el escudo de San Francisco en la parte central. Esta parte alta del edificio fue difícil de construir porque sobresale para fuera y, además, tiene mucha decoración, no es una pared lisa, lo que representa una gran complicación a la hora de tallar las piedras. “Cada piedra es diferente, con una talla diferente, de ahí la necesidad de contar con un patrón a tamaño real” -remarcan los profesores-.
Según los expertos, estos dibujos datan de la década de 1720 y se hicieron bajo la dirección de Simón Rodríguez, famoso arquitecto compostelano formado en la Catedral y considerado el mejor arquitecto gallego del barroco del siglo XVIII.
Los investigadores cuentan con el asesoramiento de expertos internacionales
En primer lugar, los investigadores fotografiaron con detalle cada dibujo hecho en cada piedra para tener documentado todo el conjunto. El siguiente paso es plasmarlos en papel y compararlos con el edificio construido y con dibujos similares de los libros de estereotomía (cortes de cantería) de la época para identificar el destino de cada uno. El equipo que está realizando el estudio, del que forman parte los técnicos de la Oficina Técnica del Consorcio, cuenta además con el asesoramiento de una red de expertos internacionales.