La Oficina Técnica del Consorcio de Santiago dirigió en las últimas semanas la restauración de la tarima de castaño del suelo de la iglesia del convento de Santa Clara, si bien en los laterales de la capilla mayor hubo que colocar madera nueva. Luego del descubrimiento de las monteas que corresponden a la fachada principal del cenobio, la arquitecta Idoia Camiruaga hizo su levantamiento para poder estudiarlas y, además, dibujarlas sobre la madera del pavimento, justo encima de su emplazamiento original sobre las losas de piedra. Las monteas son dibujos o trazas a tamaño natural de elementos arquitectónicos o estructurales realizados cerca de su lugar de ubicación y que servían de guía a la hora de construirlos.
En el proceso de musealización se habilitaron en determinadas zonas 18 cajones disimulados y con asas incrustadas para que se puedan sacar y dejar a la vista las singulares marcas en la piedra, pero este uso se reservará exclusivamente a investigadores y especialistas. El público en general podrá ver las monteas trazadas sobre la madera, que ya recibió en estas fechas una primera capa de barniz. Camiruaga, que se muestra entusiasmada con la tarea, explica que se usó un barniz al agua para que no borre las líneas, al tiempo que destaca la labor investigadora de los historiadores Taín y Calvo, ya que están haciendo un “magnífico trabajo de análisis y contextualización” del hallazgo, según precisa la arquitecta. También está previsto hacer un levantamiento de la fachada conventual en 3D.
Las monteas de Santa Clara, “de gran valor histórico-artístico, documental y patrimonial” según los técnicos, se consideran de sumo interés, pues parecen realizadas por las cuadrillas de canteros encargados de la construcción del último cuerpo de la fachada de la portería del convento, así como de la talla de su complejo aparato decorativo a base de placados geométricos y otros elementos como arcos y volutas. Todo, probablemente, bajo la dirección del famoso arquitecto compostelano Simón Rodríguez, maestro de obras del convento entre 1719 y 1724.
Pronto el público podrá ver el resultado de los trabajos hechos por el Consorcio y “ser consciente del valor que tiene lo que hay debajo del pavimento de madera”, según subraya la arquitecta de la Oficina Técnica.